Category Archives: Publications

Conference Proceedings, 2013 (and publishing opportunities)

Conference proceedings from the Laugh Conference (2013) and reminder for the upcoming Brevity (2014) conference…

#BREVITY

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We are proud to announce the first conference proceedings from the 15th Annual MLL Graduate Conference, “Good Laugh, Bad Laugh, Ugly Laugh, My Laugh”. The proceedings are housed at scholarship@Western, an online academic repository supported by the Western University library system, and are searchable through Google Scholar. They can be found at: http://ir.lib.uwo.ca/mllgradconference/.

The proceedings have been considered as pre-publications, meaning that the authors keep the authorship rights and are free to submit versions of their own work to journals, or to post in blogs.

In addition, we will be looking for papers to publish in the conference proceedings for the 16th Annual MLL Conference on Brevity, which will take place on March 6-8, 2014. Those who are interested in presenting a paper and, eventually, be published can submit an abstract at brevitywestern@gmail.com by January 1st, 2014.

Finally, we would like to thank Jaime Brenes Reyes…

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Book Review: Disability Politics & Theory, by A. J. Withers

Disability and anti-poverty activist A. J. Withers’ recent book, Disability Politics & Theory, is an open denunciation of what Withers call the “medical-industrial complex,” which includes “doctors, medical researchers, pharmaceutical corporations, insurance corporations, hospitals and others involved in the medical industry” (31). This book rejects the medical model of disability, in favour of what Withers call the radical model: an inclusive recognition of a community based on solidarity and openness. (Instead of working on assumptions and in respect to Withers’ preferences, I use the pronoun ‘they’ to refer to Withers. Likewise, I treat Withers as a plural noun and use ‘themselves’ and ‘their’ accordingly in this review.)

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Un breve esquizoanálisis de “Axolotl,” de Julio Cortázar

Paper presented at the XLIX Congress of the Canadian Association of Hispanists (CAH). Congress of the Humanities and Social Sciences. University of Victoria. 3 June 2013.

Un artículo en el Journal of Serendipitous and Unexpected Results detalla un experimento llevado a cabo con un salmón muerto. El pescado atlántico fue ubicado en una máquina de resonancia magnética funcional, y los científicos le mostraron – sí, al pescado muerto – imágenes de humanos en diversas actividades. La sorpresa llegó cuando se detectaron señales en el cerebro del salmón muerto. Conclusión: es necesario examinar los resultados de las investigaciones para evitar “false positives” (Bennet et al 2). Se asume de antemano que un pescado muerto no puede ser la fuente de señales neurológicas, pero, para nuestro goce y garantía de puestos de trabajos, todavía la literatura nos presenta con situaciones poco probables que no se asimilan fácilmente a la vida diaria del lector. Tomando como ejemplo el cuento de Cortázar “Axolotl,” mi lectura se alterna entre el esquizo-análisis de Deleuze y Guattari y los estudios de la discapacidad con dos objetivos: identificar la psicosis en la narrativa de Cortázar y proceder con la esquizofrenia como base para la elaboración de una crítica a la normalización del cuerpo.

En “Axolotl” encontramos un innominado narrador-protagonista con una obsesión hacia los ajolotes, salamandras de origen mexicano, al punto de anunciar desde el inicio de la trama que se ha convertido en uno de ellos. Cuenta la primera oración: “Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl” (381). Las críticas literarias se centran en esta transformación como una división en la personalidad y la identidad del narrador, entre los que incluyo a David Danow con una división de orden psicológico (el Yo y el Otro), Robert Kauffmann de tendencia pos-colonial (Europeo versus Latino), Maurice Bennet de forma mitológica (el humano moderno frente al monstruo primitivo), y Brett Levinson enmarcado en las políticas de la identidad (el Yo y el Otro, parte dos). Más recientemente, Susan Antebi ha revisado la simbología del axolotl en sus diversas formas y apariciones en la literatura latinoamericana, con especial interés en la metamorfosis natural del animal y su maleabilidad de vida textual y biológica.

Con el presente ímpetu en las investigaciones del cerebro, me llama la atención que la literatura de Cortázar no ha recibido una amplia visita de parte de neurólogos y psiquiatras. Una posible excepción aparece con el médico argentino Marcelo Merello quien sugiere que debido a la veracidad de las condiciones médicas relatadas en los cuentos de Cortázar, “the construction of his characters derived not from his imagination, but instead from the close scrutiny of real people” (1063). “Axolotl” podría entrar en la clasificación de esquizofrenia, ya que una simple consulta al influyente Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders apunta que posibles síntomas incluyen alucinaciones sensoriales, catatonia y abulia. Por ejemplo, esquizoides may become less talkative and inquisitive; and they may spend the bulk of their time in bed. Such negative symptoms are often the first sign to the family that something is wrong; family members may ultimately report that they experienced the individual as ‘gradually slipping away’.

En “Axolotl” resulta fácil detectar un sujeto escabulléndose de la vida normal. Como apunta el mismo protagonista, “Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto, porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos” (381). División de identidad, comportamientos raros y perdida de la expresividad con otros humanos se evidencian desde los primeros párrafos. Al mismo tiempo, también notamos una alianza más allá de la barreras sociales y biológicas: “Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar” (382). Al contrario de la identificación del protagonista de “Axolotl” como un esquizoide con fines patológicos, mi lectura se basa en el esquizo-análisis de Deleuze y Guattari, para quienes el esquizofrénico es un sujeto que “continually works [social codes] loose and carries them in every direction in order to create a new polivocity that is the code of desire” (Anti-Oedipus 40). La literatura del orden de “Axolotl” gana relevancia en este sentido porque, como apunta Deleuze, los artistas son “inventors of new possibilities of life” (Nietzsche 96); es decir, médicos que identifican síntomas sociales que traducen en obras de arte para así provocar un sentido de colectividad y alianza.

En “Axolotl,” desde el punto de vista del esquizo-análisis, nos encontramos ante una metamorfosis que pueda que tome lugar en la mente del protagonista. La realidad como un compendio de la percepción se nutre de la esquizofrenia porque es esa noción de lo real la que habita el sujeto. Patricia Pisters remarca que “Neurosis is based on a repression complex related to a reality principle that remains intact. In schizophrenic psychosis, the reality principle no longer holds and is replaced by the internal reality of the brain” (261). La alianza entre el protagonista y los axolotl no pierde validez al situarla en el cerebro del sujeto ya que lo que sugiere es no solo una alucinación psicológica sino que un devenir somático, con el cerebro transcendiendo estructuras de un organismo a otro.

Es interesante que la quietud de los axolotl se menciona en repetidas ocasiones en el texto: “Fue su quietud lo que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente” (382). En conexión con la filosofía de Deleuze y Guattari, interpreto una conjunción adversativa entre la quietud que describe el narrador y la metamorfosis al que procede, un movimiento de cuerpo a cuerpo, fuera de las barreras orgánicas. Como Deleuze y Guattari arguyen, el individual ha creado para sí mismo un espacio correctivo al que llama organismo, “a stratum that blocks the flows and anchors us in this, our world” (Plateaus 158). El cuerpo, no obstante, pierde sus bloques de encerramiento al leerse como una serie de transformaciones constantes y continuas. En oposición al concepto del individuo, el cual Deleuze y Guattari describen como un “plane of organization … forms and subjects, organs and functions” (Plateaus 269), el ‘cuerpo sin órganos’, como lo llaman, es “the field of immanence of desire, the plane of consistency specific to desire” (Plateaus 154). Así, de un extremo del espectro encontramos un silencio de voces en una organización de forma unisón, del otro lado tenemos un plano en el que diversas voces confluyen y el sujeto se sitúa “on the periphery, with no fixed identity, forever decentered, defined by the states through which it passes” (Anti-Oedipus 20).

En Cortázar, la diversidad de voces se evidencia cuando el narrador se coloca entre axolotl y humano. Como recuerda el narrador, un horror surge al inicio de la transformación, pero “aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario” (384). El protagonista es ambos, divergiendo entre una identidad y la otra. Inexpresivo hacia otros, pero inquisitivo consigo mismo, noto una narrativa transformativa que comienza como antropomórfica al asumir que los axolotl sufren: “No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían” (384). No obstante, no tarda mucho para que una comunicación inexpresiva, pero sincera, se establezca con otros axolotl. Pronto llega a su mente que si piensa que otros sufren es porque todavía sigue siendo un humano y establece una organización en base a su propia individualidad humana: otros deben sufrir porque no entiende cómo pueden vivir de otra manera que la suya.

Silenciar la esquizofrenia, que quizá todos portamos en los términos de Deleuze y Guattari, significa la devaluación de otras formas de vida y la división del cuerpo en forma jerárquica. En los estudios de la discapacidad, David Mitchell y Sharon Snyder han identificado esta técnica de valorización y organización como una “prótesis narrativa” a través de la cual se intentan normalizar el cuerpo. La literatura es de mucha relevancia para las teorías tratadas aquí porque como Mitchell y Snyder argumentan, en ejemplos en que incluiría el cuento de Cortázar, The effort is to make the prosthesis show, to flaunt its imperfect supplementation as an illusion” (8). En otras palabras, “Axolotl” no esconde las “anormalidades” del protagonista sino que hace gala de ellas. Al mismo tiempo, el texto muestra una narrativa que supone que lo humano es superior a lo animal.

Es de notar que al final del cuento el protagonista ha llegado a un punto en que comprende la prótesis narrativa que ha originado al suponer una posición superior a los axolotl. Las últimas líneas del texto leen, “Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl” (385). La paradoja de estas líneas, es mi opinión, que lo que tenemos en Cortázar es un experimento literario que se propone a desafiar las experiencias que consideramos normales. Como afirman Mitchell y Snyder, “To represent disability is to engage oneself in an encounter with that which is believed to be off the map of ‘recognizable’ human experiences” (5). Este punto sobre la discapacidad invita a la reflexión sobre lo fantástico, que al final de cuentas puede ser real. Volviendo al salmón muerto que emite señales neurológicas, y para concluir mis comentarios sobre la persona que se convirtió en axolotl, quisiera terminar con una cita del último libro de Deleuze,Essays Critical and Clinical, “The ultimate aim of literature is to set free, in the delirium, this creation of a health or this invention of a people, that is, a possibility of life. To write for this people who are missing … (‘for’ means less ‘in the place of’ than ‘for the benefit of’)” (4). Quizá es lo mismo para la medicina porque si fuésemos inmortales, no habría necesidad de doctores. Son aquellos que tachamos como inválidos los que hacen posible la medicina, y de los que se nutre la literatura. Cortázar, hemos visto, lo hizo con mucha creatividad. Fantástico, pero delirantemente real al mismo tiempo.

Jaime R. Brenes Reyes, PhD Student
Department of Modern Languages and Literatures, The University of Western Ontario

Obras Citadas

American Psychiatric Association. “Schizophrenia and Other Psychotic Disorders: Schizophrenia.” Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders – 4th Ed. (DSM-IV-TR). Washington, DC: American Psychiatric Association, 2000.

Antebi, Susan. “A Tiger in the Tank: A Literary Genetics of the Mexican Axolotl.” Latin American Literary Review 36.71 (2008): 75-98.

Bennett, Craig M., Abigail A. Baird, Michael B. Miller, and George L. Wolford. “Neural Correlates of Interspecies Perspective Taking in the Post-Mortem Atlantic Salmon: An Argument For Proper Multiple Comparisons Correction.” Journal of Serendipitous and Unexpected Results 1.1 (2010): 1-5.

Bennet, Maurice J. “A Dialogue of Gazes: Metamorphosis and Epiphany in Julio Cortázar’s ‘Axolotl’.” Studies in Short Fiction 23.1 (1986): 57-62.

Cortázar, Julio. “Axolotl.” Cuentos Completos, 1 (1945-1966). Madrid: Santillana, 1994. 381-385.

Danow, David K. “Toward a Theory of Transformation in Narrative (Borges and Cortazar).” The American Journal of Semiotics 11.3/4 (1994): 87-101.

Deleuze, Gilles. Essays Critical and Clinical. Trans. Daniel W. Smith and Michael A. Greco. London: Verso, 1998.

—. Nietzsche and Philosophy. Trans. Hugh Tomlinson. London: Continuum, 1983.

Deleuze, Gilles, and Félix Guattari. Anti-Oedipus: Capitalism and Schizophrenia. Trans. Robert Hurley, Mark Seem, and Helen R. Lane. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1983.

—. A Thousand Plateaus: Capitalism and Schizophrenia. Trans. Brian Massumi. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1987.

Kauffmann, R Lane. “Julio Cortázar y la apropiación del otro: ‘Axolotl’ como fábula etnográfica.” Revista Mexicana de Sociología 4 (2001): 223-32.

Levinson, Brett. “The Other Origin: Cortazar and Identity Politics.” Latin American Literary Review 22.44 (1994): 5-19.

Merello, Marcelo. “Julio Cortázar Quotes on Normal and Abnormal Movements: Magical Realism or Reality?” Movement Disorders 21.8 (2006): 1062-1065.

Mitchell, David T. and Sharon L. Snyder. Narrative Prosthesis: Disability and Dependencies of Discourse. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 2000.

Pisters, Patricia. “Synaptic Signals: Time Travelling Through the Brain in the Neuro-Image.” Deleuze Studies 5.2 (2011): 261–274.

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